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viernes, 27 de julio de 2012

CAPITULO 10.


Después de hablar con él abrí mi armario para ver que me podía poner esa tarde. Cada vez que sacaba una percha me gustaba menos, hasta que saqué la última. Un vestido de la primavera de ese año, compuesto por una básica roja y una falda de flores en tonos cálidos. Ya no me acordaba de que le tenía, asi que me le puse con un bolso blanco y unas sandalias de cuña que se las cogí prestadas a mi madre, de color blanco también.
Me lo quité para ir a comer, estaba un poco nerviosa porque acababa de llegar mi padre.
-Hola papá. –Le fui a dar un beso, como siempre.
+Hola. Que sepas que tenemos que hablar, estoy muy enfadado con lo de ayer.
-De eso quería hablarte cariño... –Le dijo mi madre. –Sal un momento Laura.
Salí, y cerraron la puerta. Aún así podía escuchar lo que dijeran asi que pegué la oreja a la puerta.
-Laura tiene novio...
+¿Cómo?
-Me ha dicho que no hará ninguna tontería, además es Sergio, yo creo que es buen chico y si no la dejamos salir él también la echará de menos entonces he pensado que no nos debemos preocupar.
+Pues no estaría tan seguro, a esta edad todo les parece normal.
-Bueno, vamos a dejarla y así verá que confiamos en ella.
+Vale, pero como no cumpla lo que ha dicho las cosas van a cambiar mucho.
-Muy bien.
Me gritaron diciendo que ya podía entrar, y me lo explicaron, aunque ya lo hubiera escuchado todo. Me parecía bien que hicieran eso asi que comí tranquila.
Fui a buscar a Sergio a la hora en la que habíamos quedado, estaba un poco nublado pero hacía bastante calor.
Me llevó a una parada de autobús un poco lejana y esperamos bastante hasta que llegara. Nos montamos en el asiento de atrás del todo, no había mucha gente. Cogió un pañuelo para vendarme los ojos ¡qué vergüenza tenía! Y después me dio la mano para que no me asustara.
Al cabo de un rato el autobús empezó a dar tumbos y a moverse mucho. Sergio me abrazó.
Pasó bastante tiempo hasta que paró por ultima vez. Me llevó a la salida y me dijo que tenía que saltar, lo hice, me volvió a coger la mano y empezamos a andar. Escuché muchos pájaros y el ruido del agua caer.
-Ya está. –Me quitó el pañuelo.
Miré a todas partes y era precioso, era un parque natural que estaba a las afueras de la ciudad en el que sólo había estado de pequeña y en alguna excursión, pero esa parte no la conocía. A un lado se veía toda la ciudad y al otro estaban todos los árboles y una escalerita que bajaba a una plaza en la que había bancos y se veía una gran cascada maravillosa. Vi una ardilla que subía a un árbol y muchos patos en el estanque de abajo. Me encantó.
+Dios mio... Esto es precioso cariño.
-Pues como tú.
Me puse un poco roja y le besé para que no se me notara.
-Ya verás cuando anochezca y se vea toda la ciudad iluminada. La cascada además por la noche tiene unas luces de colores muy bonitas. Tengo comida y bebida en la mochila asi que no te preocupes. –Sonrió.
Cada minuto que pasaba le quería aún más.

martes, 3 de julio de 2012

CAPITULO 9.


Dentro de la cama con él abrazándome me sentía protegida, como si viniera alguien y no pudiera hacerme nada.
-Laura... –Me dijo.
+Dime.
-No quiero que nos separemos nunca.
+Yo tampoco.
-¿Siempre?
+Siempre.
El sueño reinaba en la casa, mañana sería otro día, con bastante bronca de mis padres, pero ya no me importaba.
~Sábado 17 de Septiembre~
Los rayos de sol penetraban entre los agujeritos de las persianas, y ya se escuchaban algunos pájaros.
Me giré porque el sol era un poco molesto y allí estaba él, con los ojos cerrados, un poco serio, pero guapo. Seguía teniendo un brazo rodeándome.
Me levanté a ver si Natalia estaba despierta y poder hablar con ella. Salí de la habitación con dolor de cabeza y me la encontré desayunando en la cocina.
-Hola tonta. –La di un beso.
+Hola borracha.
-Uf... ¿Qué te dijeron mis padres ayer?
+Nada... Que ya hablarían contigo, sólo vi que estaban muy enfadados.
-Lo sé,  ayer estaba castigada y me escapé...
+Jo Laura, salir con mi hermano te influye un poco ¿no?
-Ya, pero me da igual.
+No no, si yo no te digo nada, pero ten cuidado porque con los que va no me hacen mucha gracia y no quiero que te hagan daño.
-¿Pero eres tonta? Se cuidarme de mi misma ¿eh? Y mientras esté con Sergio no me va a pasar nada.
+Vale vale... –Se fue de la cocina.
Me lavé la cara y recogí mis cosas. Sergio ya se estaba despertando.
-Buenos días príncipe. –Reí.
+Hola cariño. –Se estiró y se levantó de la cama.
-Me tengo que ir ya a ver que me dicen mis padres...
+Espero que no te castiguen, que hoy te quería llevar a un sitio.
-Haré lo posible ¿vale?
+Vale. –Sonrió y vino a darme un abrazo.
-Te quiero.
+Y yo.
Después de un beso fui a casa. Me daba un poco de miedo entrar, pero ya había abierto la puerta.
Estaba mi madre preparando la comida. Entré.
-Hola... –Dije.
+Sube a tu habitación por favor. Ya verás cuando venga tu padre.
-Mamá, te tengo que decir una cosa.
Se giró y me miró asustada. La tranquilicé y la dije que no era lo que pensaba, la conté todo lo de Sergio, y que era la primera vez que me enamoraba. La supliqué que me dejara salir, porque no sólo sufría yo, él también.
Después de esa charla pensé que se enfadaría más, pero me abrazó.
-Laura, yo también he pasado por tu edad, y por favor, te pido que te controles y no hagas tonterías, ya hablaré con tu padre, a ver que opina...
+Muchas gracias mamá, te lo prometo. –Sonreí.
Fui a llamar a Sergio para avisarle de que esa tarde podíamos ir a ese sitio al que quería llevarme.

domingo, 3 de junio de 2012

CAPITULO 8.

Y ahí seguía en mi habitación comiéndome la cabeza poco a poco, pero lo iba teniendo más claro aún. Iba a ir con él, donde fuese, me daba igual.
Me fui a dormir, mañana sería otro día.


~Viernes 16 de septiembre~


Acababa de desayunar y ya estaba casi arreglada, sólo me faltaban unas gotitas de colonia con olor a manzana. 


-Laura, ya sabes que hoy te quedas en casita ¿verdad? -Me volvió a recordar mi madre.
+Ya lo sé. -Contesté bastante seca, cogí la mochila y me marché.


Pasé a buscar a Natalia y a contarla las novedades. Primero pensó que la estaba tomando el pelo pero luego al ver que me encontré con Sergio y le di un beso ya me creyó, se puso contentísima.


-Qué raro tenerte como cuñada Laura... -Natalia se rió.
+¿Verdad que si? 
-Ahora voy a tener que soportarte más. -Me dijo con una pequeña sonrisa.
La miré enfadada, pero por dentro las dos sabíamos que nos estábamos tomando el pelo y nos abrazamos.
-Qué tonta eres Natillas...
+¡Aggg! ¡Sabes que odio que me llamen eso! -Me gritó.
Sergio se empezó a reír.
Natalia se fue hacia su clase que estaba por la izquierda y Sergio y yo fuimos hacia la nuestra. 
Al sentarnos me preguntó:
-Bueno, ¿entonces te vienes conmigo esta tarde?
+Tendré que escaparme porque me han castigado pero sí. -Sonreí.
-¡Qué rebelde!. -Nos reímos los dos.
+¡Qué tonto eres! -Le contesté abriendo el libro de matemáticas.


Las clases se me pasaron volando, yo creo que fue porque no estuve atenta a nada. Sólo pensando en la maravillosa tarde de ayer.
Sonó el último timbre.
Todos recogieron rapídisimos, era viernes.
Sergio me acompañó a casa porque Natalia tenía dentista a esa hora.


-¿A las cinco te paso a buscar? -Le pregunté.
+Perfecto.
-¿Y qué vamos a beber?
+Pues no sé, tendré que hablar con mis amigos a ver.
-Vale.
Nos despedimos con un beso largo.


Llegaron las cuatro y media y era cuando tenía que pensar cómo me iba a escapar.
Bajé sigilosa las escaleras y me asomé al salón. ¡Bien! Estaban dormidos. 
Abrí la puerta y cerré despacito. Puse el móvil en silencio y fui a buscarle.


Cogimos un autobús que nos llevó a las afueras de la ciudad, donde se solían celebrar los ''botellones''.
Al llegar vi muchos coches, algunos con música. Me llevó a uno de color azul oscuro, donde estaba un grupo de chicos y dos chicas que tenían pinta de un poco... guarras. Me sentí un poco desplazada.
Abrieron el maletero donde guardaban toda la bebida, y sacaron dos botellas de coca-cola con vino. Calimocho.
Una era para Sergio y otra para mí.
Pusieron música y empezamos a beber. No me gustaba mucho el sabor pero terminé acostumbrándome. Sin querer me la terminé bebiendo en media hora. 
Me dieron otra que sabía a limón pero no tenía ni idea de que llevaba dentro, me sentía feliz, y ya no me daba vergüenza estar ahí, e incluso hablé bastante. Solté bastantes chorradas. Me sentía bastante rara, pero contenta.
Hasta que vi aparecer a Lorena.
Al verme se empezó a reir.
-¿Qué hacéis con esta pringada? -Dijo.
+Eh, no la llames eso, es... mi amiga. -Contestó Sergio.
Se empezó a reír más todavía.
-¡Qué chiste! Venga chicas, que aquí se me manchan los tacones de barro, ¿nos vamos a algún bar? -Les dijo a sus amigas.


Se fueron.

-¿Por qué le has dicho que era tu amiga?-Le pregunté a Sergio.
+Pues... no sé, me a salido eso, es que... estoy borracho, no se ni lo que digo, ya sabes. –Sonrió. 

No me lo creí mucho, me sentó fatal.
Pero dejé de pensarlo al cabo de unos minutos. 
Era fácil olvidar estando borracha.
Al terminar la tarde no me tenía ni en pie, la cabeza me daba vueltas y me sentía fatal.
Ya en el barrio, Sergio me cogió en brazos y me llevó a su casa. 
Sus padres y Natalia no estaban porque habían ido a visitar a su abuela.
Me dejó sobre su cama para que descansara un poco y él fue a ducharse.


Me desperté confundida sobre las once de la noche. Fui al baño, y miré el móvil.
Siete perdidas de mis padres. A ver lo que hacía para arreglarlo todo... Pero ya me daba igual.


Volví a la habitación y encontré una nota en la mesa de Sergio que ponía:
''Laura, soy Natalia, les he tenido que decir a tus padres que estabas aquí, que habías venido a explicarme una cosa de mates y que te quedabas a dormir, se han enfadado muchísimo, les he tenido que poner mil excusas... Un beso''


Sergio se despertó.
-¿Ya estás mejor? -Me preguntó.
+Si, me duele la cabeza y estoy un poco destemplada. -Le contesté.
-Pues ven aquí, que te doy calor.
Me metí a la cama y me abrazó.

[aclaración]

En el anterior capitulo he puesto ~Viernes 16 de septiembre~, me he confundido, era ~Jueves 15 de septiembre~, lo siento.

domingo, 20 de mayo de 2012

CAPITULO 7.


~Viernes 16 de Septiembre~
Después de que me dijera esas dos simples palabras me vino un cosquilleo en el estómago.
¿Me estaba empezando a enamorar de verdad? Quien sabe, a mí Sergio siempre me había gustado, pero de esta manera no me había sentido nunca...
-Yo también. –Le besé. -¿Te veo mañana?
+Creo que mañana si que iré, así aprovecho los recreos. –Se rió.
-Vale, pues mañana te veo. –Sonreí y me marché a casa.
Esa tarde era una de esas que las guardas en tu memoria, de esas que nunca nunca nunca las vas a poder olvidar, por mucho que quieras... 
Dejé las llaves en el mueble de la entrada.
Estaban mis padres en el salón viendo la televisión, y no parecían muy contentos. Me miraron y señalaron al reloj. Las diez menos cuarto.
-¿Y? –Les pregunté.
+¿¡Pero cómo que ‘’y’’?! ¿Tu sabes lo preocupados que estábamos? Te dije que como muy tarde a las nueve y media, y tu sueles venir siempre muy pronto. –Me dijo mi madre bastante enfadada.
-Pero a ver, si sólo he llegado un cuarto de hora tarde por dios. Además como todavía es casi de día pues no me he dado cuenta.
+Pues para que aprendas mañana no vas a salir, y punto. –Me contestó mi padre.
-¿Qué? ¿Por quince minutos tarde? Si no tengo diez años por favor... –Me estaba empezando a enfadar.
+¡Que nos da igual! Estás castigada y sanseacabó.
No contesté, me fui de allí dando un portazo, como solía hacer.
Me tumbé en la cama y encendí el portátil. Y nada más abrir el tuenti tenía un mensaje privado.
‘’Me lo he pasado genial esta tarde contigo, mañana tengo un cumpleaños de un amigo y va a ver coches, bebida, música, ¡FIESTA! Jajaja, espero que vengas conmigo... Un beso princesa’’
Princesa. Me había llamado princesa. Cada vez tenía más ganas de estar con él, me daba igual que fuera de noche o que estuviera castigada.
Pero ahora, ¿qué le respondía? Si estaba castigada, y  además dudaba mucho de que me quitasen el castigo... Conociéndoles no me dejarían ni ir a la biblioteca.
Y otra duda más: Nunca había probado el alcohol, porque odiaba a las personas borrachas. ¿Intentaría cambiar por él? Pues la verdad es que no lo tenía tan claro, pero le quería, eso es lo que importaba.
Entonces igual me tendría que escapar al día siguiente.
Por él haría cualquier cosa.

lunes, 14 de mayo de 2012

CAPITULO 6.


Y ahí fue la primera vez que sentí sus labios, húmedos y fríos por el helado de fresa que había pedido, pero me encantaban. Me desvanecí por completo, estaba en un sueño, en un sueño... que sólo existíamos él y yo.
Al terminar le miré a los ojos, hipnotizantes. Y me sonrió.
Seguimos a lo nuestro, en aquella heladería, con música de fondo. Sonaba ‘’Whithout you’’ , de David Guetta y Usher.
Al terminar el helado salimos a dar un paseo. Ya hacía bastante fresco, y corría el aire, me rozaba la cara con bastante fuerza y que decir de lo despeinada que estaba...
Pasamos alrededor de un estanque precioso, donde de pequeña tiraba pan a los patos. 
-¿Tienes frío verdad? -Me preguntó.
+Bueno... la verdad es que sí. -Le contesté tiritando.
-Si quieres te dejo mi sudadera. 
+¡No! No hace falta, si quieres podemos ir a ese portal de ahí, que igual está un poco más resguardado. 
-Como quieras. -Me sonrió.
Fuimos al más cercano que teníamos, nos sentamos, yo estaba pegada a la pared y él al lado mío. 
Todavía notaba el aire, y cada vez más frío.
Pero se juntó más a mi y me abrazó. Estuvimos así bastante tiempo, hubo algún beso de por medio. Hasta que se abrió la puerta y apareció una señora bastante mayor y con cara de pocos amigos.
-¿No tenéis casa o qué? -Nos preguntó.
+Pues... sí, pero hemos venido aquí porque estaba haciendo frío. -Le contestó Sergio.
-¡Esto es un portal! Y jóvenes de vuestra edad ya han causado bastantes problemas en él así que ¡fuera! 
+¡Pero si nosotros no hemos hecho nada! -Le contesté.
-¡Me da igual! ¡Que os vayáis he dicho! -Cada vez se estaba poniendo más histérica.
+Bueno señora, cálmese.
-¡A mi nadie me llama señora! ¡Soy una señorita! -Empezó a gritar y se puso a llorar.
Miré a Sergio, porque me parecía muy raro, y pensé que podía tener un problema en la cabeza. Se le escapó una risilla, y justo después escuchamos la sirena de la policía y unas luces rojas y azules. 
Él me miró, y como no quería ningún problema me cogió de la mano y empezamos a correr. 
Yo asustada miraba atrás como los policías empezaron a gritar que volviéramos, pero cada vez les veía más lejos.
Fue una experiencia emocionante, pero a la vez tenía miedo y me sentía un poco mal por lo de la señora. Pero estaba ahí, junto a él, con nuestras manos entrelazadas.
Después de bastante tiempo paramos, y él, jadeante, me besó.
-¿Estás bien? -Me preguntó.
+Claro que sí. A tu lado siempre estoy bien. -Sonreí.
Ya era tarde y me acompañó hasta casa. Olía a cena desde la acera de enfrente, y después de soltar tanta adrenalina tenía mucha hambre. Así que me despedí de él.
-Bueno, por lo que se ve tengo tortilla de patata. Mi madre las hace genial. -Se empezó a reír. 
+Ten cuidado de que no se te aparezca la señora de antes esta noche en tu habitación, porque era bastante extraña. 
-Qué bobo eres... -Le abracé.
+Laura...
-¿Qué?
+Te quiero.




jueves, 10 de mayo de 2012

CAPITULO 5.


-Sí,  ¿te tengo que dejar bajar? –Me preguntó.
+Hombre mamá... He quedado con él para ayudarle en elegir un traje.
-No sé yo... Te quiero ver aquí a las nueve y media como muy tarde, que mañana tienes clase.
+Vale vale. –La di un beso y me marché.
Bajé las escaleras corriendo que no sé ni como no me caí. Y abrí la puerta. Allí estaba él, con una sudadera de Hard Rock Café y unos pantalones vaqueros. Y con la rosa claro.
-Toma, es para ti. –Me dijo.
+Oh... Muchas gracias, no hacía falta hombre. –Mostré sorpresa porque ya lo sabía desde hace unos cinco minutos.
-Me aburría y antes de que vinieras a buscarme tú, vine yo –Sonrió.
+Pues menos mal que me pillas preparada que si no... –Me reí.
Empezamos a andar hacia el centro, con el sol de la tarde todavía en el centro del cielo, dándonos por la espalda. Entre bromas y anécdotas y algún que otro tropezón mío llegamos a la calle de las tiendas, que es como la llamaba yo de pequeña.
Entramos en la primera que me pareció que era de ropa de vestir.
Empezamos a mirar y me dí cuenta que era cierto que no tenía mucha idea de ropa. Una de sus imperfecciones, pero que me encantaba.
Preguntamos también a las dependientas y nos dieron su opinión. En total habíamos elegido cuatro trajes con distintas corbatas para que se les probase y así veíamos que tal le quedaba cada uno.
Se metió en el probador y empezó a salir con cada uno de los trajes, como una de esas típicas películas. Pero yo le veía siempre igual de guapo y no me fijaba en la ropa.
-Bueno, ¿qué te parecen? –Me preguntó sonriendo.
+Mmm... Va a ser un poco difícil –Me reí- Pero creo que elijo el segundo, el de la corbata a rayas verdes.
-Ala, el único que no me gustaba a mí... –Se rió.
+Vaya, encima de que te presto mi ayuda... Vale vale. –Hice como si me enfadara, pero era una broma. Yo creo que él se lo creyó.
-Oye... no te enfades anda.
Y fue cuando se acercó, cuando fue la primera vez que sentí sus brazos abrazándome. Olvidándome de todo. Y cada vez le abrazaba más fuerte, porque no me quería despegar de él.
Hasta que vino la dependienta a preguntarnos.
-¿Bueno chicos, cuál habéis elegido? –Nos preguntó.
+Bueno, parece que tenemos distintas ideas. –Comenzó a reírse otra vez.
Yo tardé en responder.
-Sí, la verdad es que sí. Pero yo creo que éste te hacía mejor culo. – Sergio soltó una carcajada y la dependienta se puso roja.
+Bueno, pues entonces elijo este.
Lo llevamos a la caja para que lo pagase y salimos de la tienda.
Como todavía faltaba tarde por disfrutar decidimos ir a la heladería del parque.
-A ver, ¿cuál te has pedido? –Me preguntó.
+El de limón con chocolate. –Empecé a comerlo y sin querer me manché un poco.
-¿Y esa mezcla? Nunca lo he probado.
+Pues lo llevo pidiendo siempre desde que era pequeña, si quieres te doy un poco. Toma.
-Prefiero probar el que tienes encima del labio. 

miércoles, 9 de mayo de 2012

CAPITULO 4.


Yo creo que algo más bonito que eso nunca me habían dicho. Estuve una hora repitiéndome esa frase en mi cabeza. Me habló mi madre como unas doscientas veces, y ninguna de ellas la presté atención, yo iba a lo mío, a mi Sergio. Cada momento que pasaba me gustaba más. Es como una de esas canciones que comienzas a escuchar y lo haces unas mil veces al día pero no te cansas, y cada vez te engancha más, hasta que te tienes que levantar con esa canción de tono de alarma.
No se me quitó la sonrisa de la cara en toda la noche, hasta mi madre que estaba un poco de mal humor, que me echó la bronca varias veces como suele hacer, se dio cuenta de que me pasaba algo. Pero yo negué cualquier suposición que hizo.
Esa noche de septiembre era una de esas que ya iba cerrando las vacaciones y que daba comienzo al nuevo curso, pero que todavía seguía teniendo ese aroma a verano, a fresco, que apetece estar toda la noche en el parque de debajo de casa. Me quedé mirando por la ventana como una hora entera, con la brisa entrando en mi habitación. Era una sensación... inexplicable.
Decidí meterme a dormir, y a pensar un ratito en él. Bueno, a quien engañar, un ratito no, la noche entera.
~Jueves 15 de septiembre~
Amanecía en la ciudad, y yo con mi sonrisa que no se me había quitado desde que se fue me levanté, escuchando mi canción favorita como despertador, claro.
Hoy iba a ser un gran día, lo presentía. Me vestí lo mejor que pude, e incluso me maquillé un poco, que nunca lo había hecho al ir a clase. Me veía guapa, muy guapa, y nunca había tenido esa sensación. Cogí la mochila y fui a buscar a Natalia para contarla lo del día pasado.
Las clases se me pasaron rapidísimas, con alguna sonrisa de por medio y alguna mirada. Al final de la última hora él se giró y me recordó que hoy teníamos planes. Nosotros. Que bien sonaba.
Me fui a clase, yo creo que saltando. No me acuerdo.
Las primeras hojas comenzaban a desprenderse suavemente de los árboles, me gustaba, y eso que siempre he odiado el otoño, pero yo creo que ese día estaba positiva y todo me encantaba. Hasta la coliflor que tenía para comer. ¡Pero qué más da! Esa tarde tenía una cita, o como se llamase eso, con él, y nada podía salir mal, porque le iba a elegir un traje de boda que dejaría a todos los invitados con la boca abierta. Sí, su nov... su amig... bueno, qué más da.
Al terminar de comer me puse un rato a escuchar música, una de ellas ‘’How to love’’ de Lil Wayne. Me encantaba esa canción. Después me preparé con una falda de flores corta, una básica azul marina, una chaqueta vaquera y unas bailarinas. Todavía podía permitirme vestirme bastante veraniega, aunque en menos de dos semanas empezara otra nueva estación.
Estrené un rimel que me regaló Natalia hace bastante y que todavía no había usado ni una vez, me hacía las pestañas bastante largas. Luego me puse un poco de pintalabios.
De repente se abrió la puerta.
-¡Cariño! –Me dijo mi madre.
+¿Qué pasa mamá?
-Te llevo llamando varias veces, pero como tienes la música para sordos pues pasa lo que pasa.
+Vale, pero ¿qué quieres?
-No sé, dímelo tú, que hay un chico ahí abajo que se parece mucho al hermano de Natalia. Y lleva una rosa en la mano.
+¿Una rosa? –Sonreí, pero mucho más que las veces anteriores. No sé si mis pómulos iban a aguantar tantas sonrisas.

viernes, 4 de mayo de 2012

CAPITULO 3.


Martes 13 de septiembre~
Me he levantado un tanto rara. Primero pensé que todo había sido un sueño, luego no me lo creía y después empezaron los nervios y el dolor de tripa. Me puse mis lentillas, unos pitillos azules, una camiseta y las bailarinas nuevas.
Fui al instituto. Me senté en mi sitio de clase, y llegó Sergio.
-Laura ¿eres tú? –Me dijo asombrado.
+Claro que soy yo –Me reí.
-Ah, es que sin gafas no te conocía –Se empezó a reír- Te veo más guapa.
+Gracias –Me puse roja y sonreí.
-Por cierto, ¿mañana sigue en pie lo de las mates no? Porque el exámen es la semana que viene...
+Claro, mañana te pasas por mi casa sobre las seis o así si te viene bien.
-Perfec... –Acababa de llegar el profesor de historia, no le dejó terminar la frase.
+Venga, sacamos los libros y no quiero escuchar ni una palabra más. Ah, y dentro de quince días me teneis que dar el trabajo sobre Alfonso X el Sabio ¿entendido?. –Dijo muy serio.
Empezamos a sacar los libros y libretas, muchos ya estaban apoyando la mano en la cabeza y otros tomando apuntes. Y yo no paraba de darle vueltas a lo que me había dicho, no dejaba de mirarle...
Cuando acabaron las clases fui a buscar a Natalia para ir juntas a casa, y la conté lo que me había dicho.
Se puso muy contenta.
Llegué a casa más feliz que una perdiz.
-¡Hola mamá! ¿Qué hay de comer?
+Pues te e dejado preparada la comida, hay ensalada y filetes, yo me tengo que ir a donde tu tía.
-Vale, pásatelo bien.
Terminé de comer y me fui a la peluquería con mi mejor amiga, me cortaron un poco las puntas, me hicieron flequillo recto y me oscurecieron más el pelo, estaba más morena todavía.
-Tía, estas genial, tiene razón mi hermano. –Me dijo Natalia.
+Bueno, no se yo... 
-Mírate... estas súper cambiada, además esos pitillos te hacen un cuerpo... –Se empezó a reír.
+Qué boba eres –Me empecé a reír también.
~Miércoles 14 de septiembre~
Esa mañana ni desayuné, tenía un cosquilleo en la tripa que cada vez que pasaban los minutos me ponía más nerviosa.
Llegué a clase un poco tarde y no estaba él. Ni a la siguiente, ni a la siguiente, ni a la siguiente... No vino a ninguna hora. Me empecé a preocupar, y a la salida hablé con Natalia.
-Oye, ¿cuando has salido de casa seguía Sergio allí? –La pregunté.
+Pues creo que no... Pero igual estaba en su habitación.
-¿Y donde puede estar? – Mi cara cada vez parecía más desesperante.
+Bah, no te preocupes cariño, que mi hermano muchas veces falta a clase. Siempre pone sus excusas de estar enfermo.
-Ah, bueno, eso espero...
Llegué a casa y tampoco comí, aunque me crujía el estómago. Me empecé a morder las uñas y eso que las tenía pintadas, muy raro en mí.
Pasaron las horas y cada vez estaba más impaciente por que llegara Sergio.
De repente sonó el timbre de casa. Fui corriendo y me dí contra la puerta pero ni sentí dolor, solo estaba pensando en si podía ser él el que había llamado.
Abrí.
-Hola Laura, ¿qué te has hecho en el pelo?-Me dijo. ¡Si! ¡Era él! Mi preocupación se desvaneció, pero los nervios... seguían ahí.
+Hola, pues nada ayer fui a la peluquería.
-Pues que cambio, no pareces tú. A este paso no te van a reconocer tus padres. –Se rió.
+Lo sé –Me reí- ¿Qué te a pasado hoy que no has venido a clase?
-Nada... Me e ido con unos amigos por ahí...
+Como se entere tu hermana...
-No le digas nada por favor –Me miró con cara de corderito degollado.
+Claro que no, yo no voy a decir nada.
Sacamos los libros y me preguntó varias cosas, que en bastantes creo que hasta me las inventé. Pero cada vez me sentía más cómoda a su lado. Alguna broma de por medio hacía más llevadera la tarde pero a mí se me pasó el tiempo volando. Ya eran las 8:00.
Recogió los libros y les metió en la mochila, le acompañé hasta la puerta.
-Oye Laura, ¿mañana me podrías acompañar a una tienda? Es que dentro de nada tengo la boda de mi tío que seguro que te habrá hablado Natalia de ella, y no sé que comprarme. Además, mi hermana no quiere venir. - ¿¡Acompañarle!? Creo que iba a salir flotando de ahí en algunos segundos.
+¡Claro! No tengo nada que hacer.
-Pues pásame a buscar si quieres, y gracias de verdad.
+No las des hombre. –Le sonreí.
Pasaron unos instantes en los que no sabía que hacer, y creo que él tampoco.
Me miró a los ojos, se acercó suavemente y me dijo al oído:
-Ahora sin las gafas me he fijado en que tus ojos son verdes. Son preciosos.
Y se fue. 

miércoles, 2 de mayo de 2012

CAPITULO 2.


Después de una larga discusión me convenció con eso de cambiar un poco.  Esa tarde nos íbamos de compras, además tenía bastante ahorrado de mi último cumpleaños que no me había gastado casi nada.
Llegué a casa.

-¿Qué tal todo cariño? –Me preguntó mi madre.
+Pues bastante bien, hoy e quedado con Natalia.
-Vale, genial porque yo tengo que ir al médico que últimamente no deja de dolerme la cabeza. Y ¿qué vais a hacer?
+Pues iremos de compras...
-¿De compras? ¿Tú? No me lo creo – Se empezó a reír.
+Pues sí mamá, quiero cambiar toda la ropa que tengo en el armario y comprarme algo nuevo. Un cambio de aires me vendría bien, que ya estoy en primero de bachillerato.
-Bueno, pero te lo comprarás con tu dinero, y ya sabes que si no me gusta a mí lo devuelves.
+Si, ya lo sé, tengo mucho ahorrado y ya es hora de gastar algo, ¿qué lo devuelva? No soy una niña mamá y elegiré mi ropa, tú no puedes elegir por mí.
-Mientras vivas en mi casa harás lo que yo te diga.
+Dios mío, cuando te pones así no hay quien te aguante. –Dí un portazo y me marché con mi plato a la habitación.
-¡A que subo y te doy un tortazo a ver si aprendes! –Gritó mi madre.
Estos dos últimos años mi madre está así, yo creo que lo hace para no perderme, pero lo veo injusto. Si fuera por ella no saldría de casa o incluso me metería interna en un colegio de monjas. Menos mal que mi padre me entiende un poco más...
Después de comer sonó el timbre, era Natalia, cogí mi cartera y bajé.
-¡Hola tonta! –Siempre saluda con insultos cariñosos.
+¡Hola! ¿Cuánto dinero traes?
-Uff, si empiezo a contar no acabo...
+Yo creo que lo que llevo está bien.
-¿Cuánto es?
+Unos 200 y pico, ¿es mucho?
Natalia me miró como desconcertada.
-...
+¿Qué significa eso?
-Nada nada, ya sabes que vamos a tiendas baratas eh. –Se empezó a reir.
+Lo sé, pero quiero cambiar mi armario entero. –La dí una colleja.
-Cada día más boba. –Me dio un gran abrazo.
Al final de la tarde terminé con ocho bolsas, no podía ni con ellas, también me compré unas lentillas y zapatos. Fuimos a mi casa, ya era de noche, y Natalia vivía un poco lejos, vi que cogió el móvil.
-Sergio, ven a buscarme, estoy en casa de Laura, ¿sabes donde es?
-Vale, aquí te espero.Colgó.
+¿Estás tonta? ¿Por qué le dices a tu hermano que venga a buscarte?
-Mis padres trabajan, y es el único que me puede acompañar.
+Va a ver esta cuadra que tengo por casa, dios, que vergüenza...
-¡Pero si ya ha venido más veces!
+Sí, cuando tendría unos 8 años.
Sergio ha repetido un curso, es un año más mayor, y con Natalia llevo desde infantil. Por eso venía muchas veces a mi casa cuando era pequeño.
Pasaron unos 20 minutos, sonó el timbre, fui a abrir.
-Hola, ¿está Natalia aquí no? –Me preguntó.
+Pues si, está en el salón, pasa.
Escuché un sonido que provenía de la calle, me asomé a la ventana y vi como empezó a llover.
Mi madre se acercó.
-Chicos, ¿os quedáis a cenar? Hay pizza.
+Vale, por mi bien. –Dijo Sergio.
-¡Pues claro! –Natalia me miró con una sonrisa.
Nos sacó las pizzas, pero Natalia se levantó.
-Buf, no me apetece cenar, me voy a tu habitación y me conecto un poco al tuenti ¿vale? –Me dijo.
+Vale... –La miré enfadada, sabía perfectamente que me daba muchísima vergüenza estar con un chico a solas, y seguramente se estaría muriendo de hambre, pero lo que quería era que hablara con Sergio un rato, los dos solos.
Empecé a comer, y vi que ninguno decía nada, era bastante incómodo y  entonces decidí sacar tema.-Bueno, y ¿este año tienes alguna pendiente?
+Si, tengo matemáticas, se me dan bastante mal.-Si quieres te puedo ayudar. -¡Mierda! No sé ni porqué le salté eso, es la asignatura que peor se me da, bueno, no muy mal, pero me lío bastante.
+¿Si? 
-Claro... Dime algún día que te venga bien, quedamos y te doy clases. –Le miré con una sonrisa. Dios, estaba hablando por hablar y me temblaba el cuerpo.
+Vale, ¿el miércoles te viene bien?
-Si, ven a las cuatro.
Después de cenar subí a mi habitación, dejé a Sergio viendo la televisión y se lo conté a Natalia.
-¡Ahh! Tienes que aprovechar, al final de la tarde te lanzas ¿vale? –Me dijo contenta.
+Que nunca me e liado con nadie, no sé como hacerlo, además decirle que me gusta no va a ser buena opción.
-Es muy fácil, tu síguele y ya está, y ¿por qué no? ¿que pierdes al decírselo? ¡Es tu oportunidad maja!
+Ya...
-Si no arriesgas no ganas...
Paró de llover y se fueron, les tuve que dejar un paraguas mío porque no paraba de llover. Me metí a la cama  y me puse los cascos. Sonaba ‘’Someone like you’’ de Adele.
Me quedé dormida.
Esa noche tendría una causa por la que soñar.