Después de hablar con él abrí mi armario para ver que me
podía poner esa tarde. Cada vez que sacaba una percha me gustaba menos, hasta
que saqué la última. Un vestido de la primavera de ese año, compuesto por una
básica roja y una falda de flores en tonos cálidos. Ya no me acordaba de que le
tenía, asi que me le puse con un bolso blanco y unas sandalias de cuña que se
las cogí prestadas a mi madre, de color blanco también.
Me lo quité para ir a comer, estaba un poco nerviosa
porque acababa de llegar mi padre.
-Hola papá. –Le fui a dar un beso, como siempre.
+Hola. Que sepas que tenemos que hablar, estoy muy
enfadado con lo de ayer.
-De eso quería hablarte cariño... –Le dijo mi madre. –Sal
un momento Laura.
Salí, y cerraron la puerta. Aún así podía escuchar lo que
dijeran asi que pegué la oreja a la puerta.
-Laura tiene novio...
+¿Cómo?
-Me ha dicho que no hará ninguna tontería, además es
Sergio, yo creo que es buen chico y si no la dejamos salir él también la echará
de menos entonces he pensado que no nos debemos preocupar.
+Pues no estaría tan seguro, a esta edad todo les parece
normal.
-Bueno, vamos a dejarla y así verá que confiamos en ella.
+Vale, pero como no cumpla lo que ha dicho las cosas van a
cambiar mucho.
-Muy bien.
Me gritaron diciendo que ya podía entrar, y me lo
explicaron, aunque ya lo hubiera escuchado todo. Me parecía bien que hicieran
eso asi que comí tranquila.
Fui a buscar a Sergio a la hora en la que habíamos
quedado, estaba un poco nublado pero hacía bastante calor.
Me llevó a una parada de autobús un poco lejana y
esperamos bastante hasta que llegara. Nos montamos en el asiento de atrás del
todo, no había mucha gente. Cogió un pañuelo para vendarme los ojos ¡qué
vergüenza tenía! Y después me dio la mano para que no me asustara.
Al cabo de un rato el autobús empezó a dar tumbos y a
moverse mucho. Sergio me abrazó.
Pasó bastante tiempo hasta que paró por ultima vez. Me
llevó a la salida y me dijo que tenía que saltar, lo hice, me volvió a coger la
mano y empezamos a andar. Escuché muchos pájaros y el ruido del agua caer.
-Ya está. –Me quitó el pañuelo.
Miré a todas partes y era precioso, era un parque natural
que estaba a las afueras de la ciudad en el que sólo había estado de pequeña y
en alguna excursión, pero esa parte no la conocía. A un lado se veía toda la
ciudad y al otro estaban todos los árboles y una escalerita que bajaba a una
plaza en la que había bancos y se veía una gran cascada maravillosa. Vi una
ardilla que subía a un árbol y muchos patos en el estanque de abajo. Me encantó.
+Dios mio... Esto es precioso cariño.
-Pues como tú.
Me puse un poco roja y le besé para que no se me notara.
-Ya verás cuando anochezca y se vea toda la ciudad
iluminada. La cascada además por la noche tiene unas luces de colores muy
bonitas. Tengo comida y bebida en la mochila asi que no te preocupes. –Sonrió.
Cada minuto que pasaba le quería aún más.