Seguidores

miércoles, 9 de mayo de 2012

CAPITULO 4.


Yo creo que algo más bonito que eso nunca me habían dicho. Estuve una hora repitiéndome esa frase en mi cabeza. Me habló mi madre como unas doscientas veces, y ninguna de ellas la presté atención, yo iba a lo mío, a mi Sergio. Cada momento que pasaba me gustaba más. Es como una de esas canciones que comienzas a escuchar y lo haces unas mil veces al día pero no te cansas, y cada vez te engancha más, hasta que te tienes que levantar con esa canción de tono de alarma.
No se me quitó la sonrisa de la cara en toda la noche, hasta mi madre que estaba un poco de mal humor, que me echó la bronca varias veces como suele hacer, se dio cuenta de que me pasaba algo. Pero yo negué cualquier suposición que hizo.
Esa noche de septiembre era una de esas que ya iba cerrando las vacaciones y que daba comienzo al nuevo curso, pero que todavía seguía teniendo ese aroma a verano, a fresco, que apetece estar toda la noche en el parque de debajo de casa. Me quedé mirando por la ventana como una hora entera, con la brisa entrando en mi habitación. Era una sensación... inexplicable.
Decidí meterme a dormir, y a pensar un ratito en él. Bueno, a quien engañar, un ratito no, la noche entera.
~Jueves 15 de septiembre~
Amanecía en la ciudad, y yo con mi sonrisa que no se me había quitado desde que se fue me levanté, escuchando mi canción favorita como despertador, claro.
Hoy iba a ser un gran día, lo presentía. Me vestí lo mejor que pude, e incluso me maquillé un poco, que nunca lo había hecho al ir a clase. Me veía guapa, muy guapa, y nunca había tenido esa sensación. Cogí la mochila y fui a buscar a Natalia para contarla lo del día pasado.
Las clases se me pasaron rapidísimas, con alguna sonrisa de por medio y alguna mirada. Al final de la última hora él se giró y me recordó que hoy teníamos planes. Nosotros. Que bien sonaba.
Me fui a clase, yo creo que saltando. No me acuerdo.
Las primeras hojas comenzaban a desprenderse suavemente de los árboles, me gustaba, y eso que siempre he odiado el otoño, pero yo creo que ese día estaba positiva y todo me encantaba. Hasta la coliflor que tenía para comer. ¡Pero qué más da! Esa tarde tenía una cita, o como se llamase eso, con él, y nada podía salir mal, porque le iba a elegir un traje de boda que dejaría a todos los invitados con la boca abierta. Sí, su nov... su amig... bueno, qué más da.
Al terminar de comer me puse un rato a escuchar música, una de ellas ‘’How to love’’ de Lil Wayne. Me encantaba esa canción. Después me preparé con una falda de flores corta, una básica azul marina, una chaqueta vaquera y unas bailarinas. Todavía podía permitirme vestirme bastante veraniega, aunque en menos de dos semanas empezara otra nueva estación.
Estrené un rimel que me regaló Natalia hace bastante y que todavía no había usado ni una vez, me hacía las pestañas bastante largas. Luego me puse un poco de pintalabios.
De repente se abrió la puerta.
-¡Cariño! –Me dijo mi madre.
+¿Qué pasa mamá?
-Te llevo llamando varias veces, pero como tienes la música para sordos pues pasa lo que pasa.
+Vale, pero ¿qué quieres?
-No sé, dímelo tú, que hay un chico ahí abajo que se parece mucho al hermano de Natalia. Y lleva una rosa en la mano.
+¿Una rosa? –Sonreí, pero mucho más que las veces anteriores. No sé si mis pómulos iban a aguantar tantas sonrisas.

4 comentarios: